El smart working es una de las filosofías que ha revolucionado el concepto de trabajo. La forma tradicional de trabajar convive con nuevas alternativas que abogan por compaginar vida familiar y laboral. La inclusión de nuevos conceptos en las jornadas laborales posibilita el acercamiento a los empleados y a sus necesidades. Y esa debe ser una de las premisas de cualquier persona que trabaje en el departamento de Recursos Humanos de una empresa.
Se podría definir como teletrabajo, pero va mucho más allá. Se trata de proporcionar a cada uno de los empleados los recursos necesarios para llevar a cabo su labor sin importar dónde se encuentren, con mayor eficacia y productividad. La flexibilidad es el concepto transversal del smart working, ya que lleva la oficina a cualquier lugar.
Los beneficios para el empleado son obvios, puesto que favorece la conciliación de la vida personal y laboral. También para la empresa, dado que consigue un profesional satisfecho con su trabajo. Esto repercute en una mayor productividad y una plantilla más motivada.
. Flexibilidad y movilidad. El trabajador contará con todos los recursos necesarios para desarrollar su trabajo dónde y cuándo quiera. El profesional, y no la empresa, es quien diseña sus propios horarios.
. Tecnología. Sin ella no se desarrollaría este concepto en su plenitud. La empresa debe dar todas las facilidades al trabajador en forma de recursos tecnológicos. Además, es vital estar conectado para trabajar en grupo y tener una comunicación adecuada.
. Se centra en objetivos. Esta filosofía de trabajo se basa puramente en los resultados, dejando atrás el presentismo que caracterizaba los puestos de trabajo tradicionales.
Empresas como Vodafone, Microsoft España o Mondelez ya han implementado esta filosofía de trabajo. Han mejorado la calidad laboral de sus empleados a la vez que han apostado por estructuras organizativas mucho más horizontales.
Sin embargo, otras empresas no han dado el salto a este nuevo modelo laboral. Para aplicarlo es necesario tener una apuesta firme por las nuevas tecnologías, sin las que el smart working no puede funcionar. Por otro lado, la relación empresarial para aplicarlo está basada en la confianza entre empresa y trabajadores, la cual debe ser prioritaria para este modelo laboral. De ahí se deriva que la comunicación sea siempre abierta y bidireccional. La empresa debe comunicar cuáles son los objetivos a seguir para que el trabajador vaya a por ellos. Por eso, el compromiso del empleado con la empresa debe ser total. Se trata de una relación entre ambos mucho más fuerte que la tradicional.
La falta de recursos tecnológicos o el desconocimiento de cómo poner en práctica esta filosofía laboral son dos de los retos a los que se enfrenta una empresa a la hora de abogar por el smart working. No obstante, no son los únicos, dado que las distracciones pueden ser uno de los retos prioritarios para los empleados. La disciplina de los trabajadores debe modelarse para que se adapte a este nuevo sistema de trabajo.
Asimismo, el trabajador se enfrenta a otro reto: el aislamiento respecto a sus compañeros. Esto puede influir también en la empresa, ya que pierde ese buen ambiente laboral que se crea al trabajar in situ. Por último, España carece de una legislación clara al respecto, por lo que regular esta práctica parece uno de los mayores retos que las próximas leyes sobre el ámbito laboral deben tener en cuenta.
En resumen, el smart working es una filosofía de trabajo que supone un avance de cara al futuro. La apuesta por la flexibilidad es prioritaria para asegurar la satisfacción de los trabajadores. Las nuevas tecnologías no pueden faltar en esta ecuación, que también presenta importantes retos para las empresas actuales.