A estas alturas, todo el mundo ha oído hablar de la nube, o el cloud computing. El uso de la nube hace tiempo que saltó del mundo de la tecnología al de la empresa en general, y de ahí a la educación y al consumidor final. Por eso, seguro que como mínimo te suena el concepto.
Como con otras tantas ideas no está del todo claro de dónde salió inicialmente, y hoy en día se les atribuyen méritos a dos autores fundamentales: Por un lado a Joseph Carl Robnett Licklider, uno de los padres de ARPANET y defensor de la idea - allá por los años 60 - de que todo el mundo pudiese estar interconectado para acceder a programas y datos de forma ubicua. Por otro lado a John McCarthy, el creador del lenguaje de programación LISP, que por las mismas fechas sugirió apostar por la computación como un sistema público compartido, vendiendo el uso del ordenador, computación y memoria como otro servicio público.
Finalmente el término “cloud computing“ fue acuñado por George Favaloro y Sean O’Sullivan, dos ejecutivos de Compaq Computer que lo usaron por primera vez en 1996. Aunque en cualquier caso para tener una definición generalmente aceptada podemos acudir a la del NIST (National Institute of Standards and Technology), que lo definió en el 2011 como un modelo para el acceso por red de forma ubicua y bajo demanda a un conjunto de recursos de computación (red, servidores, almacenamiento, aplicaciones y servicios), y que puede aprovisionarse con un esfuerzo mínimo de gestión e interacción con el proveedor.
El propio NIST define en el mismo documento los modelos principales de despliegue de cloud como cloud pública, cloud privada, cloud híbrida y cloud comunitaria, aunque este último concepto prácticamente no se emplea. Descubre sus características.
La nube pública es actualmente la más común utilizada en computación cloud y se caracteriza por poner sus recursos a disposición del público general. Se emplea por ejemplo para el servicio de correo electrónico, o con diversas aplicaciones de negocio ofrecidas en modalidad de servicio como por ejemplo sistemas de gestión y difusión de media, CRMs, o de ofimática general. En este tipo de nube, los recursos utilizados para ponerla en marcha, es decir, tanto los servidores como el espacio de almacenamiento, son de la empresa que facilita el servicio. Es decir, del proveedor cloud.
Además de facilitar recursos de computación, este se encarga de su gestión y de su administración. Por tanto, los usuarios que contraten una cuenta en la nube pública pueden olvidarse de actualizaciones, gestión y tareas relacionadas. También de hacer inversiones fuertes en ampliaciones de recursos. Bastará con que abonen un pago mensual a cambio de los servicios contratados.
¿Qué quiere decir esto? Que si necesitan más servicios en un momento dado, pueden añadir más a lo que tengan contratado. Solo tendrán que asumir el aumento de coste correspondiente. Es adecuada para todo tipo de organización, aunque resulta fundamental para organizaciones pequeñas y medianas, que no disponen de los recursos para montar sus propios servicios con los mismos niveles de funcionalidad, seguridad y disponibilidad.
Una nube privada es la desplegada de manera que todos los recursos que utiliza son propiedad de la empresa y a su disposición en exclusiva. Puede estar en sus instalaciones, o en las de un proveedor externo, aunque a fin de garantizar la disponibilidad deberá contarse siempre con redundancia a todos los niveles. Se crea como una red privada, y suelen utilizarlo tanto las instituciones gubernamentales, como las fuerzas de seguridad de un estado o corporaciones muy grandes y con elevados recursos tanto financieros como humanos, que optan por esta modalidad debido a su escala que les permite optimizar costes, y a sus necesidades de personalización.
Otra de las ventajas que habitualmente se le supone a la nube privada es su nivel de seguridad, pero hay que tener precaución en este punto ya que mientras cualquier proveedor de nube pública realiza fuertes inversiones en seguridad física, lógica y procedimental, en la práctica no todas las nubes privadas se construyen con este nivel de celo, y en muchos casos sus niveles de seguridad son inferiores debido a la necesidad de realizar fuertes inversiones para proteger los servicios de una única organización.
Por sus características, se puede comparar con las prestaciones que da un centro de datos tradicional de una gran empresa, pero con un modelo de gestión de sus recursos mucho más dinámico y ágil, lo que permite mejorar las operaciones relacionadas con la tecnología, además de lograr un cierto nivel de ahorro.
La nube híbrida es la que resulta de la combinación de las dos nubes mencionadas: la nube pública y la privada. Con todo lo que ello supone en cuanto a ventajas e inconvenientes. Todos los servicios que se alojan en ellas pueden desplazarse entre ambas a voluntad. De esta forma, los usuarios de una nube híbrida disponen de una flexibilidad mayor que si solo empleasen una de las nubes.
El esquema de nube hibrida es empleado en ocasiones por grandes corporaciones que, aun optando por invertir en su propia nube privada, esta se dimensiona para la carga de trabajo media únicamente, y se opta por desbordar los excesos de demanda de servicio a una nube pública, que puede asumirlos de forma más eficiente y pagando solo por dichos excesos de demanda de servicio.
Aunque este modelo permite limitar la inversión necesaria para el despliegue de la nube privada, lo hace solo parcialmente ya que a nivel funcional y de seguridad ambos entornos compartirán la totalidad de requisitos, y los procedimientos de desbordamiento de carga suponen una complejidad adicional a los entornos simples.
A la hora de elegir un modelo de entre los tres tipos que hemos visto, es imprescindible tener en cuenta las necesidades de capacidad y funcionalidad de la organización. Pero es igualmente imprescindible tener presentes las capacidades reales de la empresa, sobre todo en términos de capacidad de inversión, y gestión técnica posterior de dicha inversión.
Hoy en día y en general, exceptuando casos puntuales en los que las necesidades de personalización son muy elevadas, por encima de las funcionalidades ya cubiertas por los proveedores de servicios, y en casos en los que además se justifica y puede soportarse el nivel de inversión asociado a los esquemas privados, el modelo de nube pública se ha impuesto en la práctica totalidad de ámbitos.
Desde NFON ofrecemos soluciones de telefonía en la nube basados en un modelo de nube pública, con elevados niveles de seguridad, disponibilidad y funcionalidad para nuestros usuarios, que permiten optimizar los costes del servicio ajustándolos en cada momento para que se pague por lo que se disfruta.